"Mi hijo tiene 4 años y está empezando a leer partituras"
No, rotundamente no. Ni con cuatro años, ni con cinco, ni con seis.
Entonces, ¿cuándo comenzar a leer partituras o aprender las notas musicales? La respuesta es sencilla:
Cuando el niño haya desarrollado un vocabulario auditivo amplio y sepa improvisar sus propias ideas musicales.
Y, ¿por qué un NO tan rotundo? Porque las corrientes de investigación más actualizadas demuestran que la forma más adecuada para aprender música es aquella que mantiene un paralelismo con el aprendizaje del lenguaje materno. Y en el lenguaje materno, el niño no aprende a leer hasta que ha integrado un vocabulario lingüístico amplio, le ha dado su significado dentro de un contexto, y sabe expresar sus propias ideas.
La pregunta es, ¿un niño de 4 años sabe hacer todo eso musicalmente hablando? No, por lo general no. La realidad es que el tiempo que pasamos expuestos al habla es inmensamente mayor en comparación al tiempo que el niño está expuesto al canto (su homónimo en música). Por tanto, no podemos comparar ni seguir los mismos tiempos. La lectura lingüística inevitablemente llegará antes que la lectura musical.
Basándonos en esta premisa, se vuelve completamente esencial que el niño, durante su enculturación musical, esté expuesto el tiempo necesario a estímulos musicales diversos y a un vocabulario musical muy amplio, que le permita reconocerlo, asimilarlo y aplicarlo correctamente. Posteriormente, entonces será capaz de leerlo con comprensión.
Expliquémoslo con un símil muy sencillo
Cuando un niño aprende a leer la palabra SILLA , el niño sabe lo que significa esa palabra, en qué contexto se usa y cómo suena. Pero cuando un niño de 4 años (o más) lee Do-Re-Mi, ¿tiene esos sonidos en su cabeza? ¿Es capaz de reconocerlo auditivamente y darle nombre? Aunque lo toques en el instrumento o se lo expliques, si él no lo tiene asimilado, de nada va a servir. Nunca entenderá qué significan ni cómo se leen cantando esas tres notas. Repetirá y recordará en el mejor de los casos pero no comprenderá. Y por tanto, sólo estará decodificando símbolos y no dando significado a lo que lee.
Pongamos otro ejemplo. Le damos un poema a un niño pequeño con palabras y temática muy avanzada. Evidentemente, lo leerá como si de un loro se tratara, sin comprender absolutamente lo que está intentando transmitir el autor. Eso es lo que puede llegar a pasar con la música, al ofrecer una partitura a un alumno que todavía no está preparado para ello. ¿Eso es lo que realmente buscamos?
Anticipar la lectura musical tiene consecuencias
Llegados a este punto os preguntaréis, “¿qué efectos adversos puede tener anticipar la lectura? Quizás no sea para tanto…” La realidad es que los efectos perjudiciales no son pocos, y puesto que ocurren durante los primeros años de vida, tan importantes para asentar las bases musicales, pueden llegar a tener consecuencias que se arrastran durante toda la formación musical. Aquí os listamos algunos:
- Dificultad para memorizar
- Subdesarrollo de la discriminación auditiva
- Falta de creatividad
- Imprecisión rítmica
- Desafinación
- Falta de comprensión auditiva
- Dificultad para reconocer la estructura musical auditivamente (no visualmente)
- Enfatización de la teoría en detrimento de las experiencias vivenciales
Este cúmulo de problemas y la dificultad inherente que conlleva la lectura musical cuando no va en equilibrio con una madurez musical, acaba desembocando, en un gran número de casos, en una falta de motivación y abandono.
Por tanto, vuelvo a ratificar mi NO rotundo a leer partituras en edades tempranas. No.
Y, ¿qué hay de la prenotación con niños pequeños?
Pues depende del tipo de prenotación y el uso que se le dé. Si se plantea como una actividad puntual que aporte variedad y estímulos a la clase, bienvenida sea. Si lo que se pretende, por el contrario es anticipar la etapa simbólica e introducirlos en los símbolos, pues, sinceramente, no es lo más adecuado. No nos olvidemos que la existencia de la prenotación se debe al fracaso estrepitoso de la iniciación a la lectura de la notación musical. Lo que viene a hacer es simplificar, graduar y suavizar el contacto del niño con el símbolo, cosa que no es necesaria si hay una adecuada base auditiva previa que le permita conectar lo que lee con lo que conoce.
Además, pensemos por un momento que si lo que queremos es desarrollar su oído musical, esencial en esta edad, el mayor tiempo posible debería ser invertido plenamente en actividades de tipo auditivo y no simbólico, centradas en el canto, ritmo, movimiento, percusión, etc. Es decir, todas aquellas que no impliquen la escritura y la lectura musical.
Y entonces, ¿por qué a veces se empieza a leer partituras tan pronto? Pues eso mismo me pregunto yo…